Entre las muchas drogas modernas, existen aquellas que colectivamente se denominan placebo, es decir, un chupete.
¿Qué es el placebo?
La historia de este término se remonta a los tiempos bíblicos. Significaba extraños que iban a velorios, cantaban salmos fúnebres y comían eso. Esto continuó hasta finales del siglo XVIII.
No fue hasta 1785 que la palabra placebo comenzó a usarse en un sentido médico. Y desde 1811 empezó a significar todos los medicamentos prescritos más para calmar al paciente que para curarlo. Esto se debió a que la farmacología no estaba lo suficientemente desarrollada para tener todos los medicamentos necesarios. Entonces los médicos recetaron chupetes, que al menos no dañaron a las personas. Sin embargo, al observar a los pacientes, notaron que muchos de ellos comenzaron a sentirse mejor e incluso a recuperarse.
Con la ayuda de un placebo, puede aliviar varios dolores, sacar al paciente de la depresión, sentir una mejoría en las infecciones virales respiratorias agudas, la oncología y los trastornos del tracto gastrointestinal. Algunas mujeres incluso afirmaron que la píldora milagrosa les permitió recuperarse de la infertilidad.
Hasta mediados del siglo XX, los placebos fueron ampliamente utilizados. Eran alrededor del 40% de todos los medicamentos. Pero después de recibir antibióticos y medicamentos hormonales, la necesidad de placebos comenzó a disminuir y su producción comenzó a disminuir. Y el método del placebo empezó a ser considerado charlatanería.
Descubrimientos científicos
Sin embargo, algunos investigadores continuaron investigando su efecto. Uno de ellos fue el anestesiólogo estadounidense Henry Beecher, quien en 1955 publicó un artículo en el que daba a conocer los resultados de quince experimentos.
El científico descubrió que alrededor de un tercio de los pacientes comenzaron a sentirse mejor después del tratamiento con fármacos placebo. Los partidarios de Beecher comenzaron a usar chupetes no solo en forma de polvos y tabletas, sino también como inyecciones y agentes externos. Con su ayuda, incluso realizaron simulaciones de operaciones quirúrgicas.
Los investigadores concluyeron que el efecto placebo tiene una base psicofisiológica y depende del grado de sugestionabilidad del paciente.
Curiosamente, el placebo tiene la capacidad de reemplazar la droga real de tal manera que a veces causa efectos secundarios, como alergias, náuseas, trastornos digestivos, dolores de cabeza y otros. Estas reacciones, observadas en el 20% de los pacientes, se denominan efecto nocebo, que significa “daño” en latín.
Alcance
El médico inglés John Haygarth creó agujas de tejer similares a partir de madera y comenzó a realizar sesiones de curación masiva para el público. Resultó que después de eso, cuatro de cada cinco pacientes comenzaron a sentirse mejor.
Los profesionales médicos también recurren a veces al método del placebo. Esto puede suceder cuando el paciente es alérgico a la anestesia. En este caso, el chupete sustituye a este fármaco. Así, diez pacientes fueron operados en la ciudad de Houston. A cinco de los pacientes se les reemplazó la rodilla y la otra mitad solo tenía incisiones en la piel. Un examen se llevó a cabo seis meses más tarde. Resultó que todos los operados mejoraron.
Los neurocientíficos han identificado las características de las personas que son particularmente susceptibles a la exposición al placebo. Esta categoría de pacientes tiene mayor ansiedad, emotividad y dependencia de las opiniones de otras personas. Los científicos han calculado que este grupo puede incluir hasta el 35% de la población total de nuestro planeta.
Con la ayuda de la tomografía cerebral, fue posible descubrir que el placebo en personas sugestionables mejora la síntesis de opioides, que son sustancias antidepresivas, antiinflamatorias y analgésicas.
El efecto placebo requiere más investigación seria. Sin duda, los científicos todavía tienen muchos descubrimientos notables por hacer.
Efectos placebo y nocebo
Alexei Shestakov, psicólogo clínico, hipnoterapeuta, especialista en el trabajo con trauma mental, especialista en la psicología de las sectas destructivas y la psicología de la influencia, explica:
Entonces, por ejemplo, si alguien que conoces tiene dolor de cabeza, puedes darle agua con limón, habiendo dicho anteriormente que esto es un medicamento, y hay una alta probabilidad de que realmente lo alivie. Lo cierto es que también existe el peligro del efecto placebo, que radica en que una persona que se siente mejor puede negarse a visitar al médico (aunque fuera a hacerlo) y, finalmente, perder la aparición de una enfermedad grave.
En cuanto al efecto nocebo, todo es exactamente lo contrario. Nocebo – una sugerencia (consciente o inconsciente), que conduce a un deterioro de la salud humana. Por ejemplo, si dice: cada día se sentirá peor y peor, o incluso simplemente: hoy se ve tan doloroso, entonces puede dañarse, si no es físico, aunque también hay casos en los que, por ejemplo, una persona que aprende que supuestamente se indujo el daño – comenzó a desvanecerse ante nuestros ojos – luego la salud mental de las personas propensas a una susceptibilidad excesiva.
En otras palabras, sugerido. Lo último que hay que decir sobre la diferencia entre los efectos placebo y nocebo es que el efecto placebo en la práctica suele estar mediado por algo, como en el ejemplo anterior con dolor de cabeza y agua con limón, aunque claro también se puede usar directamente, así que la sugerencia del médico al paciente de una actitud positiva hacia el tratamiento es un caso especial del efecto placebo.